TERCERA POSICIÓN Y UNIDAD LATINOAMERICANA. Por Juan Perón
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Hoy a las 20:21
IX - SOBRE EL DRAMA DE AMERICA LATINA.
Fragmento de Coloquios con Perón, Enrique Pavón Pereyra, Buenos Aires, 1965.
EE.UU. y los golpes de Estado.
-¿Señor: pareciera que, en América, sopla un viento militar que impide en forma cada vez más acentuada, el juego democrático de nuestros pueblos. Lo dicen los sucesos de Santo Domingo, de Honduras, de Guatemala, etc. Por lo demás, la "Alianza para el Progreso" destina la mitad de sus emolumentos a ayudas militares. ¿Piensa, General que, en todo esto, hay un plan norteamericano concreto para mantener sujeta a América por medio de la brida militar? ¿No muchos planes de derrocamiento -el suyo inclusive- fueron fraguados en el Pentágono?
-En nuestro caso particular intervinieron otros factores como desencadenantes. El Departamento de Estado hizo lo suyo, pero esa parte está lejos de haber sido primordial. Un criterio simplista me llevaría a concluir que habíamos sido víctimas de la coincidencia de factores de poder "internacionales" los que produjeron la eliminación de nuestro Gobierno Soberano. Está claro, con todo, que la intervención de los Estados Unidos en los golpes de estado latinoamericanos es un "secreto a voces" y, como en él reciente caso de Vietnam del Sur, siempre ha sido imposible "tapar el cielo con un amero". En la Argentina se comenta que las reuniones de los comandantes militares, navales y aeronáuticos, primero en San José de Costa Rica, luego en Puerto Rico, más tarde en la Zona del Canal de Panamá, para tratar asuntos "de la defensa continental" con la gente del Pentágono, ha servido para algo más, porque desde ese momento se comenzaron a producir "levantamientos militares en cadena", y los mencionados comandos pasaron a ser algo así como versiones modernas de los virreyes que respondían a las inspiraciones de la metrópoli de Washington. Es por eso también que en nuestro país no se habla de "nuestras fuerzas militares" sino de las "tropas de ocupación". Es claro que en este caso la indignidad n6 es de los yanquis.
Yo no sé si existirá un plan, pero sí sé que existen los hechos que, planificados o no, se producen con una asiduidad que espanta: Guatemala, Santo Domingo, Haití, Perú, Honduras, Brasil, sin contar Cuba, Argentina, etc., son otros tantos típicos ejemplos que muestran con una elocuencia incontrovertible cuanto venimos afirmando.
-Muchos prohombres del Nuevo Mundo afirman que nosotros no podemos vivir sin los Estados Unidos; que de ellos dependemos para subsistir y que silos Estados Unidos nos dejan, caeríamos en el comunismo. Ante tal dilema cabría interrogar: ¿Es el Justicialismo una doctrina en el centro, que tenga para la Argentina y para el resto de Amé-rica, una "vía latinoamericana" hacia el bienestar, aun cuando ello signifique una rebeldía ante los Estados Unidos?
... Por cien el drama de Cuba
-Creo completamente a la inversa de los que afirman que nosotros no podemos vivir sin los Estados Unidos: mis diez años en el gobierno de mi país me han permitido persuadirme en forma absoluta de lo contrario. Soy un convencido que el peor azote de nuestros pueblos es precisamente la intervención económica, política y social de los Estados Unidos en nuestros países. O modifican os norteamericanos el esquema de su penetración, o tendremos al cabo de pocos años multiplicado por cien el drama Cuba versus los Estados Unidos.
-¿Cuándo comenzaron las dificultades entre su Gobierno y el de Washington?
-Cuando me di cuenta que pretendían hacernos pagar parte de sus deudas de guerra.
-¿Y las dificultades entre Washington y su Gobierno?
-Cuando ellos advirtieron que el valor "uno" de la semilla de lino podía convertirse en valor "diez", si elaborábamos aceite de linaza, y en valor "cien" si producíamos pinturas y aceites finos.
-A veces se me ocurre, señor, que su ausencia física de América le ha permitido verla y analizarla mejor, y que esa perspectiva, el poder juzgarla en función de su destino no deva de ser providencial. Incluso podría contestarme a un planteo de urgencia~ ¿en qué estado se encuentran actualmente nuestros países en su lucha por el bienestar?
-América Latina está, como el resto del mundo, en ebullición. La promueven los respectivos movimientos de liberación que han entrado en evolución acelerada. Son movimientos de liberación con igual fuerza a lo largo y ancho de la América virgen. Observe usted al Canadá, donde el Quebec lucha por su independencia en procura de mejor destino que el que le pueda brindar la Federación Canadiense, hasta la Argentina, donde su pueblo lucha por desprenderse del lastre ignominioso de su oligarquía c¡paya al servicio de los intereses foráneos de explotación.
En el 'hinterland" norteamericano, más de veinte millones de negros levantan la justa bandera de sus reivindicaciones en procura de alcanzar una condición humana que pertinazmente se les retacea cuando no se les niega de plano. En mis conversaciones con el perspicaz Franck Davis he reflejado mis esperanzas en cuanto al futuro de la comunidad de color en los Estados Unidos. No hay que ser un iluso para abrigar la seguridad de que ¡OS hermanos de Washington Carver alcanzarán la meta ansiada. Los negros configuran un pueblo disciplinado, maduro, que actúa con cohesión y que sabe golpear en la sensibilidad pública como si fuese un ariete cargado de razones.
-Pero al hacer suyos, General, las aspiraciones de la raza negra, ¿no suscita la irritación de los que se arrogan el derecho de disponer sobre la suerte de ellos?
-Yo no puedo circunscribir al área de la estricta geografía argentina problemas que afectan al destino del hombre americano cuando, precisamente, en nombre de una política "continental", los Estados Unidos desarrollan una penetración que no conoce más limitaciones que la necesidad de sus inversores. No es que yo haga problemas intercambiables del drama que afecta por igual a nuestro "mensú" y al "negro" yanqui, sino que la coincidencia me lleva a suponer que estamos ante una sola injusticia y que los métodos de lucha pueden ser muy similares. ¿No se han establecido los presupuestos de una unificación económica, militar e ideológica para las tres Américas? ¿Qué de extraño puede haber en que yo propugne, de igual modo, la unificación socia de los sumergidos de toda América?
Pienso que México, precursora de estas luchas de inspiración liberadora, marcha serena y confiada hacia un destino que ya nadie le puede arrebatar, porque han pagado un tributo de sangre y porque sus hombres han comprendido que la verdad sólo se alcanza con el sacrificio. Esa América trigueña constituye la mejor esperanza de todos nosotros. El hombre minera de México, la raza cósmica exaltada por mi amigo Vasconcelos, alimenta su obstinación con la sangre del sufrimiento indígena y los rebrotes europeos de naturaleza rebelde.
Movimientos de liberación.
El Caribe se debate en una lucha que no alcanza a descubrir un horizonte limpio, porque siendo zona de fricción, los intereses y la intromisión foránea lo han colocado en equilibrio inestable. Como zona de influencia mexicana, México podría hacer mucho por estos pueblos azotados por la injusticia y la explotación. No puede persistir por demasiado tiempo más la idea de que son países que descansan sobre tres industrias básicas: "el juego, la prostitución y el contrabando". En el norte de Sudamérica la situación es compleja y difícil. Los que luchan por la liberación no han perfilado aún sus verdaderos designios y los gobiernos son amenazados, permanentemente por las diversas influencias internas y externas que los mantienen alertas como "un tábano pica un noble caballo, para mantenerlo despierto". Empero, el resto de la América del Sur presenta un cuadro diferente a todo esto. Tres grandes movimientos agitan decisivamente el Cono Sur del Continente. Me refiero al socialismo chileno, al justicialismo argentino y al trabalhismo brasilero. Le siguen en importancia los movimientos populares de otros países vecinos: el movimiento nacionalista revolucionario boliviano, el coloradismo paraguayo, el Apra y el M.l.R. peruano.
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