6.-6. EL ESTADO JUSTICIALISTA (1945-1955). Segunda parte: Perón explica su obra de gobierno. La CGT y la CGE.
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"LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS", por Juan D. Perón (1956).
En la organización del Pueblo.
Una de las mayores preocupaciones del movimiento justicialista en el gobierno, fue la organización del Pueblo. Siempre he considerado que una turba es una masa inorgánica.
Por eso, desde mi ascenso al poder me dediqué con verdadero ahínco a organizarlo todo. Traté de crear un gobierno centralizado para concebir y planificar, un Esta-do descentralizado para ejecutar y un Pueblo libremente organizado para producir.
Confieso que no tuve inconveniente alguno para conseguirlo, pues persuadí a la gente poco a poco de la necesidad de que, dirigentes representativos de las distintas actividades, pudieran colaborar con el gobierno haciendo escuchar sus opiniones y defendiendo los intereses de las organizaciones que representaran.
Comencé por las organizaciones obreras. Encomendé a sus dirigentes que me redactaran un “Estatuto Legal para las Asociaciones Profesionales” donde su larga experiencia estuviera volcada en su texto, mediante prescripciones sabias y prudentes. La tarea no era fácil.
La historia del sindicalismo argentino era trágica. Por una parte, por la acción injusta y prepotente de los gobiernos reaccionarios; por otra, por la propia desunión de los dirigentes, ocasionada por la gravitación política, especialmente de los socialistas, que, con dirigentes burgueses, hacían un juego de engaño y traición a la clase trabajadora.
Los gobiernos reaccionarios no habían previsto nada sobre organizaciones profesionales porque así tenían libertad para actuar como poder de policía. Se aducía para ello la prescripción constitucional que establece que “todo argentino tiene derecho a asociarse con fines lícitos”. Dejado así, en forma muy general y sin reglamentar, la defensa de los intereses profesionales pasaba a ser un derecho muy aleatorio, dependiente de la justicia que los reaccionarios manejaban a su antojo.
En esas condiciones los sindicatos y centrales obreras funcionaban con “espada de Domables” pendiente sobre sus Comisiones Directivas. En efecto, cuando se producía una huelga, la justicia las declaraba “asociaciones ilícitas”, la intervenía y todos sus componentes iban a dar con su humanidad a la cárcel.
Nosotros pusimos especial cuidado en el Estatuto Legal de Asociaciones Profesionales que redactamos, en forma de neutralizar esta injusta y abusiva maniobra para el futuro. Para ello establecimos que una institución gremial de trabajadores no podía ser intervenida sino por otra organización obrera de mayor jerarquía. Con esto le dimos un privilegio indispensable para defenderla contra los gobiernos prepotentes y malintencionados.
Su efecto no se ha hecho sentir frente a estos bárbaros de la dictadura militar que masacraron a miles de obreros en Rosario, Avellaneda y Buenos Aires y se anima-ron a intervenir la C.G.T. Es claro que el móvil de esta gente subalterna al asaltar la propiedad privada e intervenir la Sociedades Anónimas, no es político, sino simple-mente es robo; es una especie de saqueo organizado. Ello se hace notar en la previsión
con que descubren “donde hay dinero” o algo que lo represente para lanzarse sobre ello.
La violación de la ley por la dictadura dará lugar a su hora a un juicio en el que la Nación deberá resarcir los daños ocasionados.
En 1945, cuando se puso en vigencia el Estatuto Legal de las Asociaciones Profesionales, existían tres centrales obreras. Mediante sabias disposiciones de este estatuto se llegó a la central única que representa también la única forma que los trabajadores tengan fuerza y dejen de depender de los caudillos políticos que siempre simulando servir a los obreros, en la realidad se sirven de ellos.
En 1950 la organización obrera era ya un baluarte inexpugnable con C.G.T. y sus dos mil sindicatos capitalizados y potentes. Era una organización temible para la reacción y aún para los políticos de todos los partidos, incluso el peronista, porque su única política consistía en la defensa de los intereses gremiales y profesionales. Tenían sus diputados, sus senadores, sus ministros, tanto en el poder federal como en los gobiernos provinciales, en los cuales varios gobernadores hicieron honor a su condición de dirigentes sindicales con gobiernos que fueron ejemplo de capacidad y honradez.
Otra de mis preocupaciones fue organizar la Confederación General Económica, en la que se agrupasen los productores, los industriales y los comerciantes. El objeto principal era que las fuerzas vivas pudiesen llegar al gobierno con sus inquietudes y necesidades generales y mantener con las organizaciones del trabajo una relación constructiva a base de un trato justo y ecuánime.
Una de las conquistas más decisivas obtenida ya en 1945 en la Secretaría de Trabajo y Previsión fue precisamente la oficialización de los convenios colectivos de trabajo. Ellos podrían ser realmente efectivos cuando su origen fuera una decisión con-junta de la C.G.T. y la C.G.E. (Confederación General del Trabajo y Confederación General Económica).
Los empresarios al principio un poco desconfiados y remisos, decidieran ya en 1951 la organización de la Confederación General Económica a base de una federación de la producción, otra de la industria y la otra del comercio.
Desde entonces, los convenios colectivos de trabajo pasaron a ser acuerdos bipartitos por dos años, con lo que se consiguió una estabilidad general de salarios, que con la congelación de precios y su control, frenó la inflación y estabilizó el costo de vida, quizás como una excepción en el mundo actual. Ello merced a los beneficios que siempre trae aparejados la organización.
Recién entonces, los empresarios se dieron cuenta de las ventajas que el sistema comportaba, cuando llegaron a olvidarse de las ruinosas huelgas que siempre habían soportado. En la producción, una huelga suele compararse a un incendio; tales son sus perniciosos efectos. Con nuestro sistema hemos llegado a abolir totalmente las huelgas sin ninguna intervención estatal, por la persuasión y acuerdo de las partes.
Obtenida esta base comenzó la organización de la Confederación de Profesionales, que encontró alguna dificultad por carencia de una conciencia social solidaria que caracteriza a esta clase de actividades.
Las organizaciones estudiantiles llegaron a un alto grado de eficiencia con la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), la Confederación General Universitaria (CGU), la Confederación de Estudiantes de Institutos Especializados (CEDIE), la Federación Americana de Estudiantes (FAE) y la Organización Mundial Universitaria (OMU). Estas organizaciones totalmente prescindentes de la política tenían por misión: la defensa de los intereses estudiantiles y el desarrollo de la acción deportiva en la juventud estudiosa.
Las instituciones mencionadas constituían, en el aspecto deportivo, la Liga Estudiantil y, casi toda la organización era a base de clubes donde los estudiantes podían incluso hospedarse para resolver el difícil problema de su alojamiento, hasta nuestro tiempo, de un aspecto calamitoso moral y materialmente considerado.
Las instalaciones, construcciones, alimento, alojamiento, etc., de estas instituciones fueron pagadas por el Estado desde que los estudiantes pobres que las utilizaban no podían costearlas por sí. Por otra parte la gimnasia y los deportes forman parte de la cultura física que con la intelectual y la moral completan los estudios modernos que dejamos al país.
Ahora he visto en los diarios la crítica a los gastos que hicimos para dar un poco de salud, alegría y felicidad a nuestros muchachos. Yo sé que estos “libertadores” hubieran preferido que ese dinero fuera a sus manos, así ellos lo derrochaban en algo que justifica las substracciones.
Sé también que todas estas instituciones han sido intervenidas y sé también por qué. Las instituciones religiosas católicas de la República Argentina, empeñadas en comprar nuestra juventud para sus fines, se opusieron pertinazmente a que la juventud se organizara por su cuenta. Ellos pretenden dirigirlas. Los muchachos son reacios a sus procedimientos y a su sectarismo. Entonces los curas prefieren que, si no son de ello, no existan organizaciones juveniles, ni estudiantiles. Lo mismo nos ocurrió con los Campeonatos Juveniles e Infantiles Evita, organizados por la Fundación Eva Perón.
Lo más probable es que estos “campeones de la libertad” traten de destruirlas. Con ello conseguirán añadir un nuevo baldón a los muchos que ya cargan sobre su conciencia un tanto desaprensiva, más por inconsciencia e irresponsabilidad de lo que hacer, que por otras razones. Un bruto suele ser peor que un malo, porque el malo tiene remedio.
Sería largo enumerar las numerosas instituciones profesionales, sociales, deportivas, etc., que apoyamos e impulsamos desde el gobierno con una idea definida y una intención decidida en la organización del pueblo. Creemos firmemente que la peor masa es la ignorante porque puede ser fácil instrumento de los audaces y de los malintencionados. En la organización, la comunidad encuentra su autodefensa.
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