LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA EN EL PENSAMIENTO DE JUAN DOMINGO PERÓN.
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Ayer a las 16:27
Desde el mismo momento de iniciado el movimiento emancipador en América del Sur contra el dominio hispano, a comienzos del siglo XIX, los territorios conformados administrativamente en virreinatos comenzaron a desmembrarse.
Paralelamente, se fueron desarrollando acciones políticas y diplomáticas tendientes a evitarlos y, entre las razones que las sustentaban estuvieron la de evitar la debilidad de los nuevos estados en formación no sólo frente a la lucha armada contra los peninsulares sino frente a la expansión, fundamentalmente económica, del Imperio Británico.
Pasaron más de ciento cincuenta años desde esos episodios y Juan Domingo Perón retomó esos argumentos aplicándolos a la nueva realidad mundial. Frente a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial Perón enunciará en sus Doctrinas -Revolucionaria y Justicialista- la necesidad de tender hacia la “Tercera Posición”, con eje y sustento en América del Sur como una necesidad de supervivencia frente al entonces nuevo imperio que aparecía en el horizonte de las naciones: los Estados Unidos de Norteamérica.
También en sus discursos ante interlocutores políticos, gremiales y militares Perón argumentaba sobre las posibles estrategias y los necesarios alcances de la unidad latinoamericana en general, pero también con Chile y Brasil de manera particular. En este último caso considerando, por un lado, motivaciones de índole económica y, por otro, de tipo geopolíticas.
Alejado de manera forzado del escenario político nacional por el golpe militar de 1955, Juan Domingo Perón no se apartó de las preocupaciones que nuestro país –Argentina- le generaba. Prueba de ello fue que, desde el exilio siguió reflexionando sobre “los males” que se cernían sobre la Argentina y así surgió, junto a otros tantos textos, “La Hora de los Pueblos” escrito en Madrid en agosto de 1968 y editado en Argentina recién en 1973, con el regreso democrático del peronismo al poder, tras largos años de proscripción.
Sobre este libro nos detendremos para analizar el pensamiento de Juan Domingo Perón, no muy tenido en cuenta, a la luz de los acontecimientos históricos transcurridos con posterioridad, por sus herederos políticos.
Nos proponemos desarrollar tres ejes, a nuestro entender fundamentales, a partir de los cuales Juan Domingo Perón enuncia su pensamiento respecto de la penetración económica y política del imperialismo norteamericano y de los peligros que significaban para el desarrollo no sólo de las naciones sino de las regiones o continentes. Estos ejes son: 1) El Desafío Americano, 2) La Integración Latinoamericana y 3) El Mercado Común Latinoamericano.
EL DESAFÍO AMERICANO.
Bajo este título, Juan Domingo Perón desarrolla su visión sobre el objetivo imperialista de los Estados Unidos, que a su entender era: ”... crear la tercera potencia industrial del mundo - después de USA y de la URSS- que será dentro de quince años “La industria americana en Europa...”, a partir de un sistema de financiamiento internacional, donde los organismos internacionales se ponían al “servicio” de Estados Unidos que, planteaba la estrategia de expansión y dominación, pero que sólo contribuyó aportando un 10% del capital desde la posguerra y hasta finales de los años sesenta.
Así, según Perón, fueron desembarcando en el ámbito de la Comunidad Económica Europea, con mayor o menor aceptación, las automotrices norteamericanas más adelantadas en el aspecto tecnológico, utilizando la desunión provocada por el propio imperialismo –estrategia que utilizarán tanto entre los estados europeos como entre los estados latinoamericanos, más débiles por cierto- para obtener beneficios.
Y ante este diagnóstico reflexionaba que, “... es inútil que un país aisladamente intente hacerles frente, porque como para USA es indiferente el lugar, si un gobierno les crea dificultades, negocia con otro y aún se permite jugar al uno contra el otro, para alcanzar mejores condiciones”.
Al decir de Perón, “... el fenómeno de la implantación americana en Europa no radica sólo en su capacidad financiera, sino de modo muy decisivo en una inteligencia y decisión superiores en el empleo de sus competencias...”, especialmente en el manejo de una información exhaustiva de las particularidades de sus competidores y una acción directa sobre ellos. El ejemplo más cabal que destaca fue el de las desavenencias entre las industrias francesa, alemana e italiana que no lograban ponerse de acuerdo entre sí, generando como contrapartida el margen de maniobra que sobre ellas fue construyendo la industria norteamericana.
Otro elemento que, al entender de Perón, hacía a la ventaja de Estados Unidos sobre el resto de los países “... es la importancia total de la educación en la sociedad moderna...”, donde la ventaja comparativa era ampliamente superior en favor de los norteamericanos, aun comparándolos con los europeos y canadienses, tanto en la enseñanza en general como en la educación superior y fundamentalmente en el campo de la investigación científica.
Todos estos ejes de análisis, habían aparecido ampliamente desarrollados en un estudio que llevaron adelante Servan-Schreider y en el denominado Informe de la Organización Hudson, y que en este texto desarrolla puntualmente Perón, son los que produjeron una seria alarma en los países europeos, principalmente en Francia, que sin distinción de ideologías intentarán articular una estrategia a futuro para poner freno al avance norteamericano.
Así, los grandes problemas que discutía Europa pueden, al decir atinado de Juan Domingo Perón, “... ser una enseñanza para los latinoamericanos que, si bien no cuentan con el progreso ni la cultura europea, tienen en cambio para el futuro los mismos problemas y amenazas".
En este sentido Perón destaca en su texto las iniciativas de su gobierno justicialista durante las décadas del 40 y 50 tendientes a evitar dichos problemas, al firmar tratados de complementación económica con Chile, al desarrollar la enseñanza técnica en escuelas especiales, al fomentar la creación de la Universidad Obrera y fundamentalmente al esgrimir una política de resistencia constante a la penetración imperialista.
Sin embargo, todas estas políticas fueron cayendo en saco roto y no como resultado de la casualidad, sino por la acción que se desarrolló en el país a partir del golpe militar de 1955, donde no hubo resistencia, sino muchas veces connivencia con intereses foráneos que generaron una acelerada dependencia respecto del imperialismo.
Como se puede observar en el pensamiento de Perón, el diagnóstico de la realidad europea y de las aspiraciones norteamericanas forman el contexto de referencia desde donde plantearse una acción a seguir desde Latinoamérica, considerando específicamente las desventajas que nuestros países poseían no sólo respecto de los europeos, sino frente al norteamericano.
Por eso, para él era totalmente pertinente preguntarse ¿qué posibilidades reales existían para ofrecer resistencia al avance capitalismo norteamericano, si se consideraban las limitaciones que tuvo Europa?
Y en este sentido, Juan Domingo Perón avanza en un análisis del rol que venían a cumplir el Mercado Común Latinoamericano, por un lado, y la Alianza para el Progreso, por el otro, manifestando su opinión del porqué o de la razón de ser de la existencia de las organizaciones internacionales americanas, que no siempre responderán a los intereses de América en su conjunto sino que estarán cooptadas por la América del Norte.
En ese sentido, también avanzaba preguntándose, ¿qué tan lejos estarían de las influencias del imperialismo norteamericano?. Y, ¿ hasta qué punto el imperialismo, o la forma de dominación norteamericana, estaba implícito en cada uno de los fines que perseguían? o, en definitiva, ¿para qué fueron creadas las diversas organizaciones internacionales americanas?. Porque, al decir de Perón,”... observamos la tendencia norteamericana para la constitución de un bloque continental, en la que el imperialismo lleve la voz cantante para poner en ejecución sus planes de dominación”.
Este era en consecuencia el claro desafío americano que había que enfrentar, desde la construcción de un desafío latinoamericano. Frente al avance norteamericano, el freno latinoamericano. Sin embargo, ¿era posible frente al intento monolítico de dominación responder con la unión de todas las partes? ¿Era posible, a la luz de los acontecimientos plantear una estrategia única de respuesta, si se tenían en cuenta las ventajas comparativas con que contaba el imperialismo?.
Evidentemente el diagnóstico y la proyección del pensamiento de Perón fueron totalmente claros y dejan vislumbrar las limitaciones imperantes para la acción conjunta, no sólo en ese momento histórico sino, lamentablemente, en los tiempos por venir.
Quedaba también muy claro para Perón que, cuando se hablaba de la “Alianza para el progreso”, -refiriéndose al tratado entre distintos países de Latinoamérica con los Estados Unidos, cuya finalidad era la ayuda y la asistencia norteamericana como “buenos vecinos” al desarrollo y el progreso latinoamericano -, lo que no quedaba nada claro era: ¿para quién era el progreso?, porque siguiendo la ecuación de la realidad la ayuda había sido, aparentemente, para los países latinoamericanos y el progreso únicamente para los Estados Unidos.
Según Perón, la demostración más clara de esta combinación fue que, en 1962 los países latinoamericanos tenían una deuda de 25.000 millones de dólares, mientras que cuatro años más tarde esa misma deuda se elevó a 41.000 millones, sin considerar los montos de las inversiones directas en áreas estratégicas de las economías latinoamericanas.
Esto fue posible, sólo como consecuencia de que el país del norte había realizado una buena inversión de sus capitales sobrantes y, a su vez, Latinoamérica estaba cada vez más hipotecada económicamente, con el correlato de presentarse sometida políticamente. Esta fue, según Perón, la ayuda para el progreso norteamericano.
LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA.
Juan Perón sostiene, en su texto, que hay tres caminos o acciones para lograr la integración y la evolución de Latinoamérica. Ellas son: la evolución hacia nuevas estructuras, la integración geopolítica y la integración histórica.
Además, recuerda que fue más que manifiesta que, durante su gobierno se atendían a estas acciones y que por ellas, entre otras causas, se consumó su derrocamiento, en 1955.
Con respecto a la evolución hacia las nuevas estructuras, Juan Domingo Perón expresa que el justicialismo las incorporó en su contenido ideológico y doctrinario, a la par que las llevó adelante durante su gestión con el objetivo de lograr un mejor bienestar para el pueblo argentino, aunque debió enfrentar serios obstáculos para alcanzar su cometido. Y, en este sentido Perón realiza una dura critica a la iglesia católica argentina, por un lado, por su conservadurismo durante su gobierno y, por otro, por su oportunismo ya que, ahora, más de veinte años después de su derrocamiento, las quiere poner en marcha, reconociendo de hecho la validez de las mismas, pero negándole al justicialismo ser el mentor y ejecutor de las mismas.
Este es un ejemplo, según Perón, en donde las divisiones internas se convierten en el campo propicio para la acción de intereses ajenos a la nación, imposibilitando el desarrollo y el bienestar del pueblo.
En lo referente a la integración geopolítica sostiene Juan Domingo Perón que, si bien en 1958 mediante el tratado de Roma se creó el Mercado Común Europeo con la finalidad de la constitución de los Estados Unidos Europeos, ya antes en Latinoamérica, en 1949, el gobierno justicialista realizó con Chile las primeras gestiones para concretar una Comunidad Económica Latinoamericana, con los mismos objetivos que tiempo después tendrá la europea.
Pero este proyecto se presentaba ante los ojos del imperialismo norteamericano como una acción adversa que ponía en riesgo sus intereses, ya que veía el serio inconveniente que le traería la gran adhesión lograda por parte de los demás países latinoamericanos. Esto generó una acción en su contra, donde los norteamericanos utilizaron a los “cipayos” de adentro para tratar de dejarlo sin efecto y anular su expansión, promoviendo una alternativa a la norteamericana con la creación de la ALALC, que no permitirá la unificación ni podrá asegurar el libre comercio entre los estados latinoamericanos.
En este sentido, nuevamente las divisiones internas y las presiones externas surgen el efecto deseado por los intereses foráneos con cómplices locales, postergando posibilidades concretas de desarrollo y crecimiento para los pueblos de América Latina.
Cuando habla de la integración histórica, Juan Perón manifiesta que “... también fuimos precursores...” ya que en 1946 desde Buenos Aires se lanzaba la “Tercera Posición”. Y, a la luz de los acontecimientos, veinte años mas tarde las dos terceras partes del mundo quiere colocarse en ella y como consecuencia surge el “Tercer Mundo” expandido por los cinco continentes.
Y es este sentido que, ratifica una vez más que la liberación no se podrá consolidar si no se integra y se trabaja para fortalecer ese “Tercer Mundo”, como una alternativa para enfrentar al imperialismo con posibilidades reales de ponerle freno a sus apetencias de dominación tanto económica como política, ya que esta última es el vehículo para lograr la primera.
EL MERCADO COMÚN LATINOAMERICANO.
Es indudable, como ya expresamos, que la idea de una comunidad latinoamericana nació en la época de la independencia, en las primeras décadas del siglo XIX, aunque con otros matices, por el contexto histórico y por sus alcances Y, en este sentido Juan Domingo Perón manifiesta que ya Bolívar planteaba una Hispanoamérica unida.
Algunos años más tarde se dieron varios intentos de crear una “alianza comercial”, con la intensión por parte de los Estados Unidos de generar una integración, por supuesto con su injerencia total. Lo que queda de manifiesto en que el encargado de llevar adelante esta misión fue el propio Secretario de Estado norteamericano, quien le da forma y lo hace con los países del área del Caribe para intentar luego extenderlo hacia el resto de América del Sur
Entrado ya el siglo XX, más precisamente después de las dos grandes guerras, se acentuaron progresivamente los intentos de uniones económicas continentales. Como resultado de ellos se constituyó el Congreso Interamericano Económico Financiero. En 1948 en la primera sesión de la Comisión Económica de la Organización de las Naciones Unidas para América Latina, se trataron los problemas comerciales de Latinoamérica. Nuevamente, y como no podía ser de otra manera, surgió la presión de los Estados Unidos de Norteamérica, ya que al no ser ellos quienes lo impulsaban, se opusieron y este intento no prosperó.
Paralelamente Perón recuerda que el gobierno argentino, en ese momento justicialista y bajo su administración, promovía la Integración Latinoamericana mediante el Tratado de Complementación Económica con Chile, al que luego fueron adhiriéndose varios países más, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Colombia, Venezuela.
Este Tratado, inicialmente, tenia como fin el interesar a los demás países hermanos del continente en una acción económica común de mutua defensa, punto inicial para una integración con mayores alcances.
Entre sus objetivos más importantes se enunciaban: crear un mercado ampliado y evitar divisiones que pudieran ser utilizadas por los imperialismos dominantes, todo ello con el principio rector que era el de mejorar nivel de vida de los casi doscientos millones de habitantes del cono sur.
Sin embargo, a pesar de los ingentes esfuerzos de los firmantes originales, el tratado no prosperó y en 1956 con la anuencia de los Estados Unidos se creó la ALALC, Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, que no duraría mucho en el tiempo, pero que dejó al descubierto las verdaderas apetencias de intromisión del imperialismo norteamericano: bajo su tutela casi todo, sin su tutela absolutamente nada. Iniciándose así un camino muy difícil de desandar en los tiempos posteriores.
Mientras tanto Europa, tras muchos ir y venir, se unificaba al firmar el Tratado de Roma de 1958, creando primeramente la Comunidad Económica Europea, que dará origen al Mercado Común Europeo, mediante el cual se consolida la unidad geopolítica que llevará, al decir de Juan Domingo Perón a la constitución de los Estados Unidos de Europa.
Como se puede observar, Europa lo logró mientras Latinoamérica todavía espera. Los obstáculos que aprendieron sortear los estados europeos, que fueron innumerables, todavía no pudieron hacer los países Latinoamericanos.
Muchas veces porque frente a cada intento soberano de llevar adelante un proyecto o plan de integración latinoamericana, sobrevino la respuesta del imperialismo norteamericano que, junto a sus “socios” circunstanciales, fue armando una estrategia de dominación y de dependencia para impedirlo.
Al decir de Juan Domingo Perón, queda sólo en nosotros desarmarlas y generar un destino como continente.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Juan Domingo Perón escribió “La hora de los pueblos” hace más dei cuarenta años. Sin embargo, su visión contiene una contemporaneidad evidente. A nuestro entender, su diagnóstico fue acertado, así como la proyección de sus acciones:
“La integración de la América Latina era indispensable por aquello de que: el año 2000 nos encontrará unidos o dominados, pero esa integración debería haber sido obra de nuestros países, sin intervenciones extrañas de ninguna clase, para crear, gracias a un mercado ampliado, sin fronteras, las condiciones más favorables para la utilización del progreso técnico y la expansión económica, para evitar divisiones que puedan ser explotadas; para mejorar el nivel de vida de nuestros más de 200 millones de habitantes; para dar a Latinoamérica, frente al dinamismo de los “grandes” y el despertar de los continentes, el puesto que debe corresponderle en los asuntos mundiales y para crear las bases para los futuros Estados Unidos de Latinoamérica".
“Sólo mediante esta Comunidad Económica Latinoamericana se puede dar origen a un Mercado Común Latinoamericano y solamente ello puede asegurar, junto con nuestro propio esfuerzo y nuestro trabajo, superar la crisis económica y el subdesarrollo que agobia a nuestros países. Nadie se hace rico pidiendo prestado ni siendo objeto de la explotación ajena
Tanto la probabilidad como la posibilidad de concretarlas están todavía latentes. Sólo faltaría una decisión política autónoma y soberana y ahí, evidentemente, radica la limitación. Frente a los tiempos actuales es totalmente indispensable generar una acción conjunta como la propuesta por Juan Domingo Perón, ya que la única manera de poner bajo control al nuevo paradigma de la globalización imperante es contraponerle el histórico de la integración latinoamericana.
Porque, tal como expresa Perón al intentar decir con propiedad, en su cita del “Martín Fierro” de José Hernández:
“Mas naides se crea ofendido,
pues a ninguno incomodo:
y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno,
NO ES PARA EL MAL DE NINGUNO
SINO PARA BIEN DE TODOS”.
Ana Candelaresi - Rubén Jaime
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