jueves, 15 de julio de 2010

industrias ika

CUANDO PERON HIZO QUE EL JEEP FUERA ARGENTINO.
Compartir
Hoy a las 15:42

Muchos creen que el origen del nombre Jeep data de la década del 30, por un personaje que había en la serie Popeye, "Eugene el Jeep", un personaje travieso de otra dimensión que tenía poder para ir a cualquier lado y sortear cualquier situación, como los vehículos Jeep.

Otros dicen que el nombre Jeep es el resultado de pronunciar mal el acrónimo G.P. (Gee Pee en inglés) que vendría de "General Purpose" (Todo Propósito).

Otros, en cambio, aseguran que el nombre Jeep fue utilizado en Oklahoma en 1934 para designar a unos camiones especialmente equipados para perforar pozos de petróleo. Pero mientras se debate el origen del nombre Jeep, lo que resulta incuestionable es que el Jeep a partir de 1954, año en que se suscribe un convenio entre las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME) y la Kaiser Corporation se marca el inicio de la fabricación integral de este tipo de vehículos en el país.

Al año siguiente el Presidente Juan D. Perón procede al refrendo de dicho convenio, acompañado de su Ministro de Economía Dr. José Gómez Morales y del Brigadier Juan Ignacio San Martín, lo que permite la instalación de Industrias Kaiser Argentina S.A. (IKA) en la Provincia de Córdoba. Así la República Argentina, de la mano de IKA ingresa al reducido número de países que fabrican automóviles en forma integral.

El 19 de enero de 1955 es cuando se suscribe el convenio a través del cual IKA se compromete a operar la empresa “de acuerdo a las prácticas prevalecientes en la industria automotriz de los Estados Unidos de América, con las adaptaciones propias de la industria argentina”.

En el contrato celebrado entre ambas partes, estaba especificado que la industria fabricaría 11.000 vehículos en 1957 y llegaría a las 40.000 unidades en 1959. El capital social sería de 360 millones de pesos y el capital operativo, de 600 millones. De esa cantidad, 165 millones fueron suscriptos por 8.000 inversionistas argentinos. El propio Estado aportó 80 millones por intermedio del IAME y el resto, a través un préstamo del Banco Industrial de la República Argentina. Con esa idea se fabricarían tractores, motores diésel y nafta y sus repuestos, motocicletas y bicicletas y la radicación de industrias automotrices.

Como siempre ocurre en estos casos, la instalación de Kaiser en la Argentina, propició el surgimiento de pequeñas y medianas empresas autopartistas. Y eso significó la creación de numerosas fuentes de trabajo. Entre ellas, para contar con operarios para el diseño de equipos eléctricos de los autos, con expertos para montar una red de proveedores para la industria automotriz y entrenar y capacitar a una legión de técnicos, especialistas, torneros, carburistas, etcétera, con esos fines. Había que entender sobre dínamos, arranques, bobinas de encendido, baterías, instrumentos.

Un desarrollo que dio frutos jamás imaginados. “Se comenzaron por fabricar con nuestra tecnología y mano de obra los vehículos que antes importábamos. En consecuencia, las fábricas extranjeras no tuvieron otro camino que establecerse en el país, invirtiendo sus capitales y trayendo su tecnología más avanzada. Comenzó así el proceso de inversión real de capitales con sus convenientes consecuencias para el país”.

El golpe de septiembre de ese año frenó los convenios pactados y hasta dejaron de fabricarse el sedán de plástico, camionetas y automóviles especiales ocasionando el despedido de un número importante de obreros y empleados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario